Personalizar una IA suele sonar a ciencia ficción o a formulario eterno… pero aquí no. ChatGPT permite ajustar desde cómo te llama hasta qué actitud quieres que tenga al responder (más robótica, más “friki”, más directa). Y lo mejor: se hace en minutos, sin cursos ni manuales ninja. Eso sí, conviene saber qué información conviene entregar y cuál es mejor dejar fuera.
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Dónde está el botón mágico: “Personalizar GPT”
Para empezar, la ruta es sencilla: en la interfaz de ChatGPT, basta con abrir el menú de cuenta y elegir “Personalizar GPT”. Desde ahí, se abre un panel con varias secciones que definen cómo te responde el modelo a partir de ahora.
Lo útil es que estos cambios aplican tanto en el plan gratuito como en los de pago, así que no hace falta la tarjeta para sacarle partido.
Dale contexto: nombre, trabajo y vocabulario
Un primer bloque te pide un apodo/nombre. No es vital, pero ayuda a que el trato sea más cercano (y consistente).Luego viene la pregunta “¿A qué te dedicas?”.
Aquí se obra la magia del contexto: si se especifica el rol (por ejemplo, “abogada tributaria”, “docente de historia”, “dev front-end”), ChatGPT ajusta el vocabulario y el nivel de detalle. Resultado: explicaciones más claras y al grano para tu día a día.
Elige su “personalidad” (sí, en serio)
La sección “¿Qué personalidad debería tener ChatGPT?” permite escoger un estilo predefinido o combinar rasgos. Entre las opciones típicas:
- Predeterminada: equilibrada y neutra.
- Cínica: con ironía y dardos suaves (útil para brainstorming con chispa).
- Robot: ultradirecta, cero florituras.
- Atenta: servicial y cuidadosa, ideal para guías paso a paso.
- Friki: más detallista y entusiasta con lo técnico.
Además, se pueden sumar rasgos como “pragmático”, “empático”, “corporativo”, “imaginativo”, “directo”… o describir en una línea el tono exacto que se busca (por ejemplo, “claro como un manual de IKEA, pero con humor blanco”).
Ajustes finos: gustos, límites y atajos mentales
En “¿Algo más que deba saber sobre ti?”, se permite anotar preferencias y manías: si se prefiere resumen antes que ensayo, métricas en tabla, ejemplos reales, recetas con sustitutos, o resúmenes de 120 palabras.
También sirve para fijar límites: “evita tecnicismos”, “no uses emojis”, “prioriza fuentes académicas”.Idea fuerza: cuanto más claro el briefing, más consistente la respuesta a futuro.
Privacidad: cuánto contar (y cuánto no)
Conviene recordar una máxima simple: cuanta menos información personal sensible, mejor. Estos datos no mejoran el contenido “duro” (la calidad factual) sino el envoltorio (tono, formatos, ejemplos).
Si se quiere personalización sin sustos, bastan preferencias de estilo y contexto profesional.
Tip práctico: evita incluir datos sensibles (salud, finanzas, direcciones). Y revisa periódicamente lo que guardaste para limpiar lo que ya no hace falta.
Tres presets que funcionan (y se configuran en 60 segundos)
- Modo “Resúmelo y dame bullets”: “Siempre comienza con un resumen de 5 viñetas, luego explica en 2–3 párrafos, y añade fuentes sugeridas al final.”
- Modo “Profe en 5º gear”: “Explica como a alumnado intermedio, con ejemplos cotidianos y una metáfora por respuesta. Evita jerga innecesaria.”
- Modo “Dev productivo”: “Responde con snippets ejecutables, menciona complejidad y casos borde, y sugiere tests mínimos.”
Lo importante (de verdad)
- Personalizar no es obligatorio, pero ahorra tiempo y reduce “retrabajos”.
- No todo es ChatGPT: existen alternativas (Gemini, Perplexity, Grok, DeepSeek…), pero la configuración nativa de ChatGPT para tono y formato es especialmente directa.
- La clave es la constancia: un buen “perfil” convierte al modelo en tu redactor, profe o analista con menos instrucciones repetidas.
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ChatGPT puede sonar más a ti (o al menos, al tono que necesitas) con cuatro deslizadores bien puestos. Menos peleas con el teclado, más respuestas útiles. Y sin dramas: personalizar el cómo no cambia el qué… pero vaya que mejora la experiencia.
